Monterrey siendo la ciudad grande e industrial que todos sabemos es, tiene muchos rasgos que me recuerdan ciudades más pequeñas, como la calidez de la gente, los niños jugando en las calles, los titulares que parecen broma en los noticieros (aunque eso es a nivel nacional), la bizarra forma de convertir un (molesto) clásico Tigres – Rayados en un Súper Bowl región triste, o la efusividad y la numerosa cantidad de grupos religiosos, sin importar cual ésta sea, prácticamente todos son igual de molestos.
Tan solo cerca de mi casa hay un grupo de “aleluyas” que acostumbra desde las 8 am poner su cd de canciones religiosas hasta que dan las 6 y deciden que es hora de poner stop y largarse a sus casas.
Y lo molesto no es que sean religiosas, eso es algo que cada quien sabe su onda y en medida de lo razonable se respeta a menos que sean Scientologistas.
Lo verdaderamente molesto es el volumen, pues les estoy hablando que entre ellos y yo hay una avenida de 6 carriles y el estacionamiento de un banco y los escucho como si estuvieran aquí en la banqueta.
Son tanto o más molestos que las tiendas, agencias de autos o restaurantes que ponen dos bocinotas afuera de su local para llamar la atención y te acerques a consumir cualquier cosa que sea la que comercializan, cosa que no sucede, pues con tal volumen y selección de música, lo único cuerdo por hacer es caminar en sentido contrario de donde viene el ruido.
Pareciera que la cantidad de decibeles de a los que tienes acceso es directamente proporcional a tu mal gusto. Ya sea con tu selección musical, o con tu manera de excederte con el volumen.
Nada mas y nada menos uno de mis vecinos, tiene muchos decibeles a su alcance, y justo este domingo estaba haciendo uso de ellos, TODOS, desde la 1 de la tarde, cosa poco cómoda pues lo escuchaba como si semejante estridencia estuviera tocándose en la sala de mi casa, obviamente me dolían los oídos de tantos decibeles desperdiciados en duranguense, narco corridos y cosas peores.
Y no es que no soporte esa música, quien no se ha puesto a entonar o bailar todo tipo de canción grupera en una borrachera. Yo sí y no me da pena, simplemente, no es mi opción musical para escuchar normalmente, digamos que la aguanto y eso porque tengo inmunidad porque crecí aquí y muy de vez en cuando es buena para el relajo en todo el sentido de la palabra, porque creo que hay que saber ver las cosas con la simpleza que merecen y la comicidad que generan.
Entonces MI lógica dice que si la vas a poner no lo haces a tal volumen, a todas horas, todos los días.
Es algo con lo que siempre he sido cuidadosa, tanto que aunque en Clavería poníamos música fuerte y rockeabamos hasta altas horas de la madrugada, NUNCA, nos fueron a callar los vecinos por hacer demasiado ruido, la única vez que fueron fue porque estábamos 8 gentes, marcando el ritmo en un piso de madera que según la vecina de abajo sentía que le caería encima. (nunca lo verificamos, pero démosle chance)
Molesta por el mal gusto de mi vecino, me dispuse a conectar mi 5.1 y bajar el track pack de AC/DC. Esto no lo va a arreglar la policía, porque además es domingo, esto lo vamos a arreglar al estilo “guerra de bandas”. El cuartito donde está mi 360 y el 5.1 está hasta el fondo de la casa, a lado de un pasillo después de un patio techado, haciendo las veces de cajón de bocina, hace que YO suene como si estuviera en la sala de SU casa, lo que me hizo recordar como en el Lego Rock Band, hay un challenge donde ayudas a demoler un edificio, mientras mas chido rockeas mas rápido cae el edificio, en pocas palabras derrumbas el edificio con el poder del ROCK. \m/
Vean el video para que me entiendan http://www.youtube.com/watch?v=6-lbbMH1VIE
Vean el video para que me entiendan http://www.youtube.com/watch?v=6-lbbMH1VIE
Mientras el vecino seguía contaminando con su “banda-lismo” subí todo el volumen, me imaginé enfrente de su casa derrumbándola, purificando el ambiente y mostrándole el camino tocando “Highway to hell” … ahh… al parecer captó el mensaje, pues le bajó al volumen. Mi RockBand ganó.
Ahora si, donde están esos “aleluyas”.
Claro que la guerra de bandas no es aplicable a cualquier plaga, Hay una en particular a la que muchas veces imaginaba como se podría eliminar, cortándoles (de menos desconectarles) el cable que tentadoramente sale de sus mochilas cuadradas por las bocinas que cargan dentro, hacia el discman que llevan entre las manos.
Sí, hablo de los siempre fastidiosos e irritantes, vendedores del metro, que pasan con su mochila que también está cargada con muchos, saturados, mal usados decibeles. Y bueno ellos traen variedad de música, buena, dos dos, equis, mala y malísima el problema con ellos es, nuevamente, el volumen. (Haciendo a un lado que los discos que venden son piratas)
Con ellos no funciona la guerra de bandas pues si al ver que e sube un vendedor de éstos a tu vagon, te dan ganas de correr al vagón siguiente, rezando porque en ese no venga otro. Supongo que muchos conocen la sensación que genera el ver que de una orilla del vagon se sube uno y en la orilla de lado contrario se sube otro.
No he dicho, hasta ahora que me dan miedo los payasos y alguna vez corrí a un vagón del metro y brinque dentro justo antes de que se cerraran las puertas. Y cuando levanté la vista a ver a mis compañeros de viaje, en el vagón solo éramos el payaso y yo, lo único que pude hacer fue voltearme hacia las puertas y esperar tan solo a la siguiente estación, que era donde me iba a bajar. Fue el trayecto Tacubaya-Patriotismo mas largo hasta este momento de mi vida.
Bueno pues preferiría encontrarme de nuevo en esa situación que aguantar una “guerra de bandas” de metro, pues de un lado ves al vendedor ciego (yo JURO que son sordos también, y si no eran ya se quedaron) que se acerca a ritmo de duranguense y del otro lado viene el otro vendedor también ciego a ritmo de Paulina Rubio. ¿Apoco no dan ganas de jalar la palanca de emergencia?
Varias veces estuve a punto de desconectar el cable, digo al cabo son ciegos, ¿no? Y si hay quien tortea mujeres sin ton ni son, y cuando la torteada voltea buscando la mano culpable, todos casualmente van volteando hacia arriba, muy interesados en los anuncios de las puertas o en las ventilas del vagón, ¿yo porque no he de poder cortar o jalar el cable de este MENDIGO ruidoso? TRAMPA! El cieguito trae compañía.
Diablos.
Varias veces mientras el vendedor cieguito y su fiel acompañante pasan de un lado a otro del vagón ideaba formas de JODERLE su mendiga mochila ruidosa, iban desde formas accidentales u ocultas de jalar el CANIJO cable, girarle la MUGRE ruedita del volumen, de plano picarle al “POWER”, hasta un EMP.
¿EMP? No sonaba mal, de no ser porque se amolaría todo aparato eléctrico cercano, incluido mi celular, ipod, y etc. Entonces con DJ comenzamos a jugar con la idea del EMP, él incluso encontró información de cómo hacer un mini-EMP, aún así se joderían nuestros celulares. Nah.
El chiste es que terminé imaginando un súper moderno dispositivo del tamaño de un curita redondo de los que usan en los laboratorios para después de que te sacan sangre, que detonaba el mini-EMP de manera remota.
Cada que me topaba un vendedor, fuera de cd’s o no, imaginaba que le pegaba uno de estos dispositivos y cuando uno de nosotros abandonara el vagón, lo activaba.
Hubo versiones de nitroglicerina, para reanimarme en días malos. ^.^
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