jueves, 16 de febrero de 2012

Función de las 4


En estos días de consumismo desenfrenado poco a poco el paisaje “natural” es cada vez más similar de una ciudad a otra.

Kfc, Vips, Oxxo, Cinepolis, Starbucks, Wal-Mart,  por todos lados.
Ya no puedes dar como referencia alguno de ellos, para que alguien se oriente, porque en una misma avenida, fácil te puedes encontrar seis u ocho y seguramente encuentras uno en cada centro comercial (que también se parecen entre sí cada vez más).
Sin darnos cuenta, estamos en manos de las grandes cadenas y marcas. Ya “Fight Club” nos lo hizo notar. 
Lamentablemente muchas de ellas satisfacen necesidades comunes, básicas y  encontramos en ellas muchas de las actividades que nos gustan y necesitamos hacer. Café para platicar con los amigos, algo rico para comer, compras apresuradas.
Ello mismo ha hecho que poco a poco nos acostumbremos al trato despersonalizado y masivo.
Tal parece que mientras más grande es la cadena menos importancia le da al consumidor final. No hay que dejarnos distraer, (por mucho que se esfuercen) repetir tu orden amablemente o poner tu nombre en el vaso o darte una tarjeta de invitado especial,  no es trato personalizado. Y dicho sea de paso se nos olvida que no tiene que ser lujoso, de marca y caro, para que sea bueno.
Quizá sea el mero hecho de que al volverse cadenas tan grandes, se engolosinan con la lana y  tratan de abarcar, atraer y satisfacer a la mayor cantidad de público posible. Lamentablemente siempre quedarán mal con alguien.

Me encanta ir al cine, lo disfruto como pocas cosas. Por lo mismo, normalmente no soy fijada para gastar cuando voy. Boletos, 3D, palomitas, refresco mas vaso chido, gorra, nachos, etc. Por cabeza por lo menos gastas 150 a 200 pesos aprox. 

Hoy viví una experiencia profundamente triste, ofensiva y aleccionadora.

Me dirigí felizmente al Cinepolis con mi hermana, con la intención de ver “Hugo”. Contentas y dispuestas a disfrutar de lo que  las críticas prometían, sería una hermosa película. 
Llegando a la taquilla pedimos los boletos y el chavo amablemente nos informa, que estaba cancelada la función.
Tristeza, cruzaba por mi mente, al mismo tiempo que recordaba todos los otros cines y sus funciones y elegía un plan B.
Pero la cosa no acaba ahí, obviamente preguntamos al chavo el porqué se canceló, y responde qué la habían cancelado por proyectar en su lugar un partido de futbol, Milán contra…. No supe, no escuché al chavo ni terminar la frase, cuando ya indignada le había gritado y me había dado media vuelta.

Obviamente ya no era tristeza lo que cruzaba por mi mente, sino rabia y ahora hervía por mis venas.

Muy a mi pesar me quedé con ganas de gritarle más al chavo de la taquilla, cortar su cabeza y prenderle fuego, no sólo a él y a la sala donde era proyectado el futbol, sino al complejo entero. Pero logré controlarme y canalizarlo en lo que minutos después se convertiría en pequeñas ronchas rojas por todo mi cuerpo (si no les he platicado de ellas, eventualmente lo haré).
Pobre chavo. ¿Por qué habría de aguantar él mi gritadera? Yo sé que no es su culpa, ni su decisión. Solamente trabaja para una cadena de cines que ha perdido el respeto hacia sus consumidores como para mantenerse en su línea y únicamente proyectar películas, o  por lo menos avisar que la función seria cancelada por tal o cual, o simplemente como buena cadena chupa-dinero, caen en el error de querer atender a varios amos.

Entre enojada y triste me fui con mi hermana a comer y a aprovechar el tiempo que teníamos juntas. Después ella se fue a trabajar y yo continué el camino de regreso a casa. Cuando recordé que hay un cine de esos viejitos, llamado Cinema Raly, al que ya alguien me había recomendado ir por económico. Que por cierto, siempre que lo mencionaba yo le decía, de manera despectiva, que seguramente estaría pegajoso. Para que mis compatriotas chilangos me comprendan, me recordaba a los cines viejitos del DF que ahora solo ponen porno.
Decidí darle voto de confianza a esta persona y morderme la lengua. Y tomando en cuenta que me quedaba de pasada y que recordé haber visto que esa película tenía función a las 4. Revisé el reloj - 3:56 - Perfecto, estoy a menos de 5 mins. Ahí me bajo. Por lo menos investigaré que onda. Total, si se me pega el tenis en la entrada, me regreso.
Afortunadamente el tenis en ningún momento se pegó al piso y vi la película en 3D con refresco y palomitas por 55 pesitos. En total.

Al final, con todo y la satisfacción de haber visto una gran película (y haber gastado poco), me sentí aún mas ofendida por Cinepolis.
“Hugo” es una película que como bien dijo uno de mis críticos de cabecera, “es homenaje al cine, por el cine”. ¿Y la quitaron por un partido de futbol? Me parece una GRAN falta de RESPETO.

Ya sabía que desde hace tiempo proyectan partidos de futbol “importantes”, lucha libre y americano en salas de cine. Pero no como para ir a ver un partido equis cualquier día.
¿En qué momento Cinepolis se convirtió en Hooters?
Según yo, lugares como Hooters o Chilis es a donde se van a ver los partidos de futbol, sino es que en su casa o por Internet. ¿No?
¿Acaso estoy fuera de sintonía y ya ponen películas en los bares?  Si es así, alguien haga el favor de decírmelo.
Ya de por sí ODIO el futbol, imagínense ahora. No sólo odio el futbol más que nunca, también a Cinepolis. Me siento traicionada.

Ciertamente las instalaciones del Raly no son de lujo ni con brillitos en el piso, pero está modesta, decente y recientemente remodelado. Salí con el mismo sabor que te deja ir a ver una película en la Cineteca, con la experiencia de butacas viejitas y palomitas en bolsa incluida. Estoy segura que a DJ le encantaría, pues  tiene todo el sentimiento de los cines como solían ser.
Además de eso, con todo y el berrinche que pasé, me quedé muy contenta de haberle dejado mi dinero (aunque fuera poco) a alguien que aún tiene respeto y amor por el cine. Hoy en día decidirse a mantener un cine con esos precios y con la competencia de las monstruosas cadenas, no puede ser más que por amor. Para mí, eso es suficiente para ir a dejarle todo mi presupuesto destinado a cine.

No prometo dejar de comer Ke-tiras, ni dejar de comprarle termos a Starbucks,  pero en lo que a mi respecta procuraré no darle mas dinero de mi bolsa a Cinepolis. 
Y miren que me encantan sus nachos.

jueves, 9 de febrero de 2012

Si Kowalski puede, Yo también.

Es función básica de los seres vivos buscar una pareja para reproducirse.

En nuestra triste condición de homo sapiens sapiens, capaces de aprender e inventar, a una simple acción reproductiva,  la complicamos poniéndole sentimientos, convirtiéndolo de una cosa meramente instintiva, a todo un embrollo de encontrar alguien con quien te complementes, te atraigas, te entiendas, te lleves bien, puedas ser tu mismo, puedas tener hijos. En pocas palabras, puedas compartir el resto de tu vida.
En un intento desesperado por simplificarlo alguien decidió llamarle a toda esta mágica combinación  “Amor”.
Quizá para algunas personas “sentimientos” y “amor”  puedan sonar a cualquier cosa, probablemente porqué tengan la virtud de haberlo encontrado y de manejarlos de maravilla. Dichosos ellos.

La mayoría del tiempo estamos en constante bombardeo de información que pretende mantenernos búsqueda permanente. Hay incluso quienes lo hacen ver como si fuera lo más fácil del mundo. Tan sencillo como toparte en la calle con alguien, verlo a los ojos y listo! Enamorados y felices para toda la vida.

Yo no sé porqué hay quien lo pinta fácil, si la mayoría de los hechos nos indica que no es algo que sea fácil de encontrar (como una nevería o unos buenos tacos, probablemente te des algunas vueltas, pero seguro los encuentras en menos de 10 cuadras a la redonda).

Si en verdad fuera así de fácil no habría tanto drama, comedia y tragedia al respecto. 

Para mi es algo que hasta ahora ha sido verdaderamente complicado, frustrante y doloroso. Simplemente, buscar pareja nunca me ha salido bien.

Viendo un poco a mí alrededor, me doy cuenta que la mayoría de los integrantes de mi grupo de amigos, los cercanos, andan en las mismas, y no termino de entender porqué. No somos unos hijos de puta criminales o algo así.

Por el contrario, todos ellos son excelentes personas. No porque asistan a misa, su ortografía sea impecable o porque sean miembros ejemplares de la sociedad.
Son personas que no buscan perfección, sino transparencia y sinceridad (aunque suene a speech político).
Son personas inteligentes, divertidas, sinceras, sin miedo a llamarle a las cosas por su nombre. Personas nobles, con corazones tan grandes como para aceptarnos unos a otros tal como somos, pequeños, grandes, blancos, morenos, equinos, caninos, felinos, gordos, flacos, pelones, greñudos, chatos, narizones, soberbios, ególatras, inocentes, dramáticos cursis, burlones, nerds, existencialistas.
Sin embargo todos solteros.
Hay diversas teorías al respecto. Hay quien dice que mientras más arriba te encuentras en la escala de franqueza e inteligencia, estás más solo y se vuelve más difícil encontrar alguien similar a uno. ¿Entonces qué? ¿Tendríamos que volvernos idiotas y mentirosos para encontrar pareja? No lo creo.

Creo que a la humanidad (y a nosotros) le hubiera caído bien continuar con la modalidad de los matrimonios por conveniencia. Digo, a fin de cuentas la idea principal es reproducirse y no dejar qué la especie se extinga. Que después de pensarlo un poco, no es tan mala idea. Al mundo le hace falta un reset. Pero eso es otro tema.

Todos hemos hecho intento tras intento de encontrar pareja y no ganamos más que rasguños, decepciones y heridas que dejan cicatrices, traumas. Nos marcan para siempre.

Es como después de que has vivido unos años en un lugar donde hay alacranes. Nunca vuelves a caminar descalzo sin ver lo qué hay en el piso.

Cada que amamos a alguien como pareja y después por X o Y nos separamos. Nos tenemos que dar a la tarea de olvidarlo en ese contexto y seguir adelante.Cada vez que lo hacemos se seca un pedazo de nosotros.

¿Porqué dejar que extraños que pretenden cariño nos lastimen?
 Me niego, me niego, me niego.

¿Porqué no mejor entregarle nuestro corazón y lo mejor de nosotros a gente que ya lo aprecia y que sabe el valor que tiene?


Se me ocurre que hagamos una votación para aparearnos entre nosotros, con fines reproductivos o recreativos según las necesidades.
A fin de cuentas entre casi cualquiera de nosotros hay mejores relaciones que las que hemos tenido. Y si no lo son,  con un poco más de tiempo lo serán.
Resolveríamos muchos de nuestros problemas de éste tipo y tenemos la garantía de buena compañía. Nos conocemos mejor de lo que algunas (si no la mayoría) de nuestras parejas nos han llegado a conocer. Así nos dejamos de andar buscando pendejadas y de tener corazones rotos de gratis.

Entre amigos podemos ser tal como somos, sin ocultar nada por miedo a ser juzgados o tratar de quedar bien. No nos juzgamos por nuestro pasado, al contrario nos divertimos con ello. No nos criticamos por ser gordos, altos, chaparros, flacos o bigotones. Lo aceptamos como características de la persona, como su nobleza, su creatividad, su lengua suelta o sus canas. Un amigo no te cambia por otra persona, no te engaña, no se avergüenza de ti, no le importa tu edad, no se embaraza de otro, no te usa, no te exige, no te esconde, no te pide qué cambies, no te compara. Te conoce lo bonito, lo malo y lo peor. No huye cuando las cosas se complican. Te consuela cuando lloras, te abraza, incluso si no entiende lo que te pasa. Te respeta aún cuando te ha visto en tus peores tormentas y momentos. Confía en tí y en tus decisiones. Puedes liberar tus pensamientos más obscuros y reír juntos de ellos.  Puedes ser el gracioso, la horrible, el nerd, la deprimida, el inteligente y la complicada. Te sigue queriendo así y mejor aún, sigue estando ahí.
Además del sexo ¿No es eso lo qué buscamos en una pareja?
Piénsenlo, siempre por más honestos y sinceros seamos, terminamos lastimados.

La idea es que tendríamos  prácticamente todo lo que necesitamos y así podríamos seguir disfrutando de las buenas compañías que ya tenemos y conocemos. Mientras, satisfacemos las otras necesidades que surgen a falta de una pareja. Apapachos y plan de envejecimiento incluidos, sin regalar lo mejor de nosotros a personas que al final del día no estarán ahí.

Perdónenme. Pero hoy día, estas amistades son reales y van mucho más allá qué aquella utopía llamada amor.

Así qué, cansada y fastidiada de la desgastante y lastimera búsqueda de la pareja perfecta  -con o sin apareamiento- oficialmente publico mi postura:
A la chingada el puto amor, yo me quedo con mis amistades.