jueves, 9 de febrero de 2012

Si Kowalski puede, Yo también.

Es función básica de los seres vivos buscar una pareja para reproducirse.

En nuestra triste condición de homo sapiens sapiens, capaces de aprender e inventar, a una simple acción reproductiva,  la complicamos poniéndole sentimientos, convirtiéndolo de una cosa meramente instintiva, a todo un embrollo de encontrar alguien con quien te complementes, te atraigas, te entiendas, te lleves bien, puedas ser tu mismo, puedas tener hijos. En pocas palabras, puedas compartir el resto de tu vida.
En un intento desesperado por simplificarlo alguien decidió llamarle a toda esta mágica combinación  “Amor”.
Quizá para algunas personas “sentimientos” y “amor”  puedan sonar a cualquier cosa, probablemente porqué tengan la virtud de haberlo encontrado y de manejarlos de maravilla. Dichosos ellos.

La mayoría del tiempo estamos en constante bombardeo de información que pretende mantenernos búsqueda permanente. Hay incluso quienes lo hacen ver como si fuera lo más fácil del mundo. Tan sencillo como toparte en la calle con alguien, verlo a los ojos y listo! Enamorados y felices para toda la vida.

Yo no sé porqué hay quien lo pinta fácil, si la mayoría de los hechos nos indica que no es algo que sea fácil de encontrar (como una nevería o unos buenos tacos, probablemente te des algunas vueltas, pero seguro los encuentras en menos de 10 cuadras a la redonda).

Si en verdad fuera así de fácil no habría tanto drama, comedia y tragedia al respecto. 

Para mi es algo que hasta ahora ha sido verdaderamente complicado, frustrante y doloroso. Simplemente, buscar pareja nunca me ha salido bien.

Viendo un poco a mí alrededor, me doy cuenta que la mayoría de los integrantes de mi grupo de amigos, los cercanos, andan en las mismas, y no termino de entender porqué. No somos unos hijos de puta criminales o algo así.

Por el contrario, todos ellos son excelentes personas. No porque asistan a misa, su ortografía sea impecable o porque sean miembros ejemplares de la sociedad.
Son personas que no buscan perfección, sino transparencia y sinceridad (aunque suene a speech político).
Son personas inteligentes, divertidas, sinceras, sin miedo a llamarle a las cosas por su nombre. Personas nobles, con corazones tan grandes como para aceptarnos unos a otros tal como somos, pequeños, grandes, blancos, morenos, equinos, caninos, felinos, gordos, flacos, pelones, greñudos, chatos, narizones, soberbios, ególatras, inocentes, dramáticos cursis, burlones, nerds, existencialistas.
Sin embargo todos solteros.
Hay diversas teorías al respecto. Hay quien dice que mientras más arriba te encuentras en la escala de franqueza e inteligencia, estás más solo y se vuelve más difícil encontrar alguien similar a uno. ¿Entonces qué? ¿Tendríamos que volvernos idiotas y mentirosos para encontrar pareja? No lo creo.

Creo que a la humanidad (y a nosotros) le hubiera caído bien continuar con la modalidad de los matrimonios por conveniencia. Digo, a fin de cuentas la idea principal es reproducirse y no dejar qué la especie se extinga. Que después de pensarlo un poco, no es tan mala idea. Al mundo le hace falta un reset. Pero eso es otro tema.

Todos hemos hecho intento tras intento de encontrar pareja y no ganamos más que rasguños, decepciones y heridas que dejan cicatrices, traumas. Nos marcan para siempre.

Es como después de que has vivido unos años en un lugar donde hay alacranes. Nunca vuelves a caminar descalzo sin ver lo qué hay en el piso.

Cada que amamos a alguien como pareja y después por X o Y nos separamos. Nos tenemos que dar a la tarea de olvidarlo en ese contexto y seguir adelante.Cada vez que lo hacemos se seca un pedazo de nosotros.

¿Porqué dejar que extraños que pretenden cariño nos lastimen?
 Me niego, me niego, me niego.

¿Porqué no mejor entregarle nuestro corazón y lo mejor de nosotros a gente que ya lo aprecia y que sabe el valor que tiene?


Se me ocurre que hagamos una votación para aparearnos entre nosotros, con fines reproductivos o recreativos según las necesidades.
A fin de cuentas entre casi cualquiera de nosotros hay mejores relaciones que las que hemos tenido. Y si no lo son,  con un poco más de tiempo lo serán.
Resolveríamos muchos de nuestros problemas de éste tipo y tenemos la garantía de buena compañía. Nos conocemos mejor de lo que algunas (si no la mayoría) de nuestras parejas nos han llegado a conocer. Así nos dejamos de andar buscando pendejadas y de tener corazones rotos de gratis.

Entre amigos podemos ser tal como somos, sin ocultar nada por miedo a ser juzgados o tratar de quedar bien. No nos juzgamos por nuestro pasado, al contrario nos divertimos con ello. No nos criticamos por ser gordos, altos, chaparros, flacos o bigotones. Lo aceptamos como características de la persona, como su nobleza, su creatividad, su lengua suelta o sus canas. Un amigo no te cambia por otra persona, no te engaña, no se avergüenza de ti, no le importa tu edad, no se embaraza de otro, no te usa, no te exige, no te esconde, no te pide qué cambies, no te compara. Te conoce lo bonito, lo malo y lo peor. No huye cuando las cosas se complican. Te consuela cuando lloras, te abraza, incluso si no entiende lo que te pasa. Te respeta aún cuando te ha visto en tus peores tormentas y momentos. Confía en tí y en tus decisiones. Puedes liberar tus pensamientos más obscuros y reír juntos de ellos.  Puedes ser el gracioso, la horrible, el nerd, la deprimida, el inteligente y la complicada. Te sigue queriendo así y mejor aún, sigue estando ahí.
Además del sexo ¿No es eso lo qué buscamos en una pareja?
Piénsenlo, siempre por más honestos y sinceros seamos, terminamos lastimados.

La idea es que tendríamos  prácticamente todo lo que necesitamos y así podríamos seguir disfrutando de las buenas compañías que ya tenemos y conocemos. Mientras, satisfacemos las otras necesidades que surgen a falta de una pareja. Apapachos y plan de envejecimiento incluidos, sin regalar lo mejor de nosotros a personas que al final del día no estarán ahí.

Perdónenme. Pero hoy día, estas amistades son reales y van mucho más allá qué aquella utopía llamada amor.

Así qué, cansada y fastidiada de la desgastante y lastimera búsqueda de la pareja perfecta  -con o sin apareamiento- oficialmente publico mi postura:
A la chingada el puto amor, yo me quedo con mis amistades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario