martes, 5 de abril de 2011

Humor discriminado

En los días del inicio de la era Clavería,  conociendo las mañas del nuevo roomate: DJ. Le quite de las manos (más que "¿me la prestas?" fue: "PRESTA!") la revista de videojuegos que cada mes compraba y en ese momento estaba  leyendo y me dispuse a leerla, sin importarme si había él terminado o no de verla (suelo ser egoísta, que le hacemos).  Y  mientras navegaba en ella a la antigüita (dando vuelta a las hojas),  descubrí una tira cómica llamada Pac-Mac que me resultó muy simpática.

Desde entonces, me volví viciosa de, y cada mes que DJ llegaba con el nuevo ejemplar de la revista, aplicaba la "matanga"  y se la quitaba para leer el Pac-Mac y después  le daba una leída a las noticias de los juegos.  Eso se volvió rutina hasta unos meses antes de que terminara Clavería.
De cierta forma Pac-Mac quedó para mí como un sentimiento de rutina, mientras Clavería fue mi casa.
Junto con otro par de cómics pero esos si eran web-cómics, quienes igual que las series que veíamos en Clavería, parecian tener cámaras y volarse sus scripts  de nuestra rutina.
Entonces, cierto día llegamos a una situación algo compleja, los dos gamers, enviciados a más no poder, teníamos frente a nosotros un otoño de lanzamientos chonchos, por lo menos dos series de TV para ver religiosamente y por si fuera poco, teníamos un trabajo muy demandante.  

Terminamos planeando un horario/calendario de juegos, series y compromisos, eran tantos los que teníamos en las manos, más los que estaban por venir así que asignamos días, horas y prioridades.

Quienes llegaron a ir a Clavería seguramente vieron las hojitas verdes con post-its en las paredes, se habrán dado cuenta de que cada área tenía la suya y la del Cuarto de Máquinas, que era donde estaban los juegos, quedó casi vacía. Y originalmente compramos las hojas verdes para hacer un plan en grande que era algo (hasta en los títulos) parecido a esto:



Quien me conoce  sabe que mi sentido del humor es negro.  Para ser sinceros, cada vez que voy al cine, invariablemente suelto carcajada en el momento más sensible de la película  cuando todo mundo está calladito, con la lágrima en el ojo o con el corazón apachurrado, así es mi humor negro, ni qué hacerle. 

Ya platique un poco de la complicada maraña de sentimientos encontrados que fue dejar el D.F. Sí, amo la ciudad, pero estando lejos de ella he confirmado, que mas que  la ciudad, me duele la lejanía (física) de la gente que está en ella junto con recuerdos, experiencias y rutinas.

Entre comentarios con personas locales y como yo, importadas,  ha salido a la luz que  en esta ciudad los grupos y clases sociales están muy marcados y he de ser sincera no es algo que me preocupe, pero es algo que no se puede dejar de observar una vez que comienzas a moverte en la ciudad. Y no necesitas escarbar mucho para encontrarte con ello.

Tratando de sentirme de nuevo en casa y encontrar cosas de mi agrado me topé con la revista La Rocka que me parece agradable de leer pues el contenido me muestra una pequeña parte, de la pequeña parte del Monterrey cultural/rockero/distinto que estoy buscando. Siendo así me he vuelto seguidora de la revista, además de que es gratis, por aquello de los codos. =P

Ya dije en otro post que la vista es la forma más difícil de guardar recuerdos pues pasa por muchos filtros mentales. Precisamente por eso mi bibliotecaria mental no los pela mucho, los recibe y los avienta al olvido en un archivero parecido al de Bruce Almighty.

Bueno hoy la hice que se despeinara y se aventara un clavado al chingado archivero, pues venía caminando de regreso del banco cuando veo (con mis poderosísimos lentes) que en un local tienen La Rocka, me acerque a tomarla y  me encuentro esta imagen:

Me resultó tan familiar que, la verdad, casi corrí para agarrarla y la hojeé hasta encontrar el artículo donde me explicaran quién era. Seguramente ahí encontraría porqué me era tan familiar.
Cuando leí el nombre del monero lo sentí aún más conocido, pero la bibliotecaria seguía despeinándose dentro del archivero, sin encontrar porqué.
Por ahí del quinto párrafo del  artículo encontré las palabras mágicas, Cucamonga (el monero) es el mismo creador mi consentido Pac-Mac, junto con otras tiras cómicas, entre ellas una llamada Regiolandia, que por supuesto no he leído porque se publica en el Record (periódico futbolero, iugh!).

Por supuesto llegando a casa corrí a leer las publicaciones de "Cindy La Regia",  y… me cayó tan bien!.  Obviamente, como con Pac-Mac,  se requiere de cierto humor para leerla y entenderla pues además que es un cínico reflejo de la sociedad (en general, no solo la de aquí), toca nervios de ella que pocos nos atrevemos a ver. Se necesita humor negro, frialdad y aceptar a la desagradable sociedad  tal y como es por todos sus lados.

Denle una leída al artículo  en la revista páginas 16 y 17.
Y a las publicaciones de ella en Facebook, Twitter y su sitio web

Me ha hecho reír tanto… y mejor aún, me ha hecho sentir en casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario