"En las tardes con la lluvia
se baña su piel morena
y al desatarse las trenzas
sus ojos tristes se cierran"
se baña su piel morena
y al desatarse las trenzas
sus ojos tristes se cierran"
-Mi Ciudad, Guadalupe Trigo.
Era octubre del 2010 y con este verso cerraba
los ojos y derramaba lágrimas cuando me fui del Distrito Federal a Monterrey. Tiempo
después comenzaría este blog.
Durante el año y chispas que estuve en
Monterrey no pude escuchar esa canción sin derramar lagrimas.
Sabía que ese cambio de ciudad no sería
permanente y no me equivoque. La Eva que regresó allá no era la misma masita
maleable que estuvo ahí muchos años antes. Esa Eva que llegó, no quería estar
allá; Era crónica de un trasplante con alto grado de incompatibilidad
anunciada.
Desde Junio, que estoy de regreso en el Distrito
Federal, y ya que logré cerrar el capítulo deprimente que me llevó a Monterrey,
va a sonar muy cursi, pero me emociono hasta las lágrimas cada que pongo un pie
en el asfalto y siento el latido del
tráfico del Distrito Federal en la planta de mi pie. Unos días constipado,
ruidoso y acelerado, otros días fluido, apacible y ligero.
Me identifico y disfruto como pocas cosas la vista
de la ciudad al bajar desde mi casa. Cualquiera de ellas: gris, soleada, abrumada,
llovida, relajada o despejada. Me dejo envolver en sus entrañas y me entrego a
ella con los ojos cerrados porque le pertenezco.
He ido y venido varias veces porque, como
pajarito libre que soy, tengo la mala costumbre de moverme a donde quiera o
tenga que (aunque la idea es permanecer aquí un buen rato, uno nunca sabe.) y siempre
que dejo alguna ciudad procuro quedarme con lo mejor. Esa fue una de las primeras cosas quecompartí en este blog. Ésta vez no será la excepción.
Depende de los apegos para que el proceso de
desprendimiento de una ciudad u otra sea doloroso o no. Sin embargo si el
cambio fue voluntario, el dolor siempre pasa, ésta vez tampoco hay nada que me
impida sacar lo mejor de mí y usar a mi
favor el crecimiento y lecciones que esta ida y vuelta me han dado.
Al estar aquí de nuevo y disfrutar plenamente
de todo el monstruo mágico y hermoso que ésta ciudad es, todo en mi mente se
vuelve más claro y no me queda duda que la lección más grande que aprendí es
que: no importa el lugar donde vaya, éste cenzontle tiene su nido aquí.
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